A principios de la década de 2010, la popular marca de ‘snacks’ de chocolate M&M’s lanzó al mercado una versión de sus dulces con sabor a ‘pretzel’, galleta salada con forma de lazo típica del centro de Europa. Para impulsar sus ventas, divulgaron a través de Facebook una peculiar campaña de promoción. Solo se trataba de una imagen. Un juego inspirado en ‘¿Dónde está Wally?’, donde los internautas debían encontrar un pequeño lazo escondido entre sus golosinas. El reto se volvió viral y la página de la compañía en la red social consiguió 25.000 nuevos ‘me gusta’ y miles de comentarios, aumentando la fidelidad de los clientes con la marca mediante una sencilla y divertida idea.
El caso ejemplifica un éxito en el campo de la gamificación (o ludificación), una técnica de aprendizaje que utiliza juegos en el ámbito educativo o profesional para conseguir mejores resultados mediante la adquisición o consolidación de conocimientos y potenciando la motivación y la productividad. En los últimos años, con las redes sociales en pleno auge, se ha consolidado entre las empresas con una doble vertiente. Por un lado, como una metodología divertida que está desbancando los cursos y talleres de formación tradicionales para los empleados; por otro, con campañas de ‘marketing’ que incentivan la participación activa de los clientes o potenciales consumidores.
Un estudio de Aberdeen Group reveló que las organizaciones que cuentan con gamificación mejoran el compromiso de empleados y clientes en un 48%, y la facturación en un 36%.
Las razones que explican el imparable avance durante la última década de esta técnica son la rápida adopción del concepto en el sector empresarial, la integración de las redes sociales y la creciente necesidad de mejorar la experiencia de los clientes.
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